Te ata
las manos. Trabaja lento y puede convertirte en alguien desconocido. Te somete
hasta dejarte sin aire, frío y sin reacción. También tiene la capacidad de
hacerte olvidar de quien sos y de que renuncies rápidamente a todo. Camina
lentamente como si fuesen hormigas trabajando, año tras año, segundo tras
segundo. Espanta tu personalidad, te lleva a la mentira. No te deja abrir los
ojos. Te hace creer que no tiene debilidades y que te puede dominar. Te
encierra en un falso control.
Pero
intentalo, miralo de frente. Reconocelo. Reconocete invadido por él. Apretá los
dientes, y anda a chocarlo con toda tu fuerza. Hacelo moverse, que vea que no
tiene el poder. Cuando veas una porción de luz, aferrate. Entonces comenzá a
romper esas telarañas que te separan de vos. Cuando logres pararte sobre él y
herirlo de muerte, ahí habrás vencido al miedo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario